Es una disciplina
dentro del quehacer educativo y también una actividad social centrada en el
saber hacer que, a través del uso racional, organizado, planificado y creativo
de los recursos materiales y la información, pretende familiarizar a los
estudiantes con los conocimientos prácticos, orientados a las necesidades de la
vida diaria e intenta dar respuesta a las necesidades y demandas sociales
relativas a la producción, distribución y uso de bienes, procesos y servicios.
El estudio realizado
por Marc de Vries para la Unesco enseña que las orientaciones de la educación
tecnológica varían mucho en distintos países, pudiendo clasificarse en dos
grandes grupos: adquisición de destrezas prácticas y mejor comprensión del
fenómeno tecnológico. En todos los casos la complejidad está graduada de
acuerdo al nivel escolar. En general, las orientaciones rara vez se presentan
puras, mezclándose en grado variable en los distintos países y niveles
educativos.